Entrevista Jorge Iván Arango, artista plástico colombiano
La pintura de Arango es minimalista, por la cantidad de detalles; y profunda, porque se pueden apreciar hasta diez planos diferentes (Paulo Pérez Zambrano)
"La Bandera venezolana en lugar de ocho estrellas debe tener cinco que simbolizan los cinco países nuestros"
ANA MARÍA HERNÁNDEZ G.
EL UNIVERSAL
La obra del artista colombiano Jorge Iván Arango ofrece una explosión de color, gracias a un tupido ramaje tropical superpuesto en capas, y que se reúne en dieciocho cuadros de mediano y gran formatos bajo el título Manto de Iris.
Esta es una clara alusión al Simón Bolívar de Mi delirio sobre el Chimborazo, quien venía envuelto en lo que Arango interpreta como "las banderas que nos unen como países. En la escuela nos decían que el amarillo es el oro, el azul los mares y el rojo la sangre; y no es cierto. La historia es que el general Francisco de Miranda pertenecía a la Logia de los Andes ubicada en Inglaterra, que se creó para la liberación de América. Eso era un símbolo masónico que traía como estandarte para difundirlo, como misión para la liberación de los pueblos de América del Sur".
A través del recorrido visual por sus obras, Arango propone "este mensaje, porque soy una persona que he soñado con la unión de los pueblos nuestros y que la Bandera venezolana en lugar de tener ocho estrellas tenga cinco que simbolizan los cinco países nuestros que soñó el general Bolívar".
El tricolor de Miranda, entonces, adquirió diferentes dimensiones en los países bolivarianos. Arango invita a mirar de la siguiente forma: "Si usted observa la obra, tiene como fondo amarillo, azul y rojo; y la naturaleza nuestra es una manera de romper la tradición pictórica de Europa, donde se hace el bodegón plano, el paisaje clásico, la escuela europea".
Es así como para el creador "esta es una pintura latinoamericana, fuera de todo contexto. No existe en ningún museo de Europa. Solamente existe aquí en nuestro continente. Esta exuberancia es la fuerza y el poder que nos cobija y que nos guarda".
Seguidamente advierte, "ya vemos cómo están empezando las invasiones chinas, las de los europeos al continente; todos tratando de venir aquí, porque tenemos el poder en este momento a nivel mundial, y el poder de nosotros reside en el agua, la naturaleza y en la comida", sentencia.
Justifica su formación "autodidacta" como "una manera de decir que uno no se graduó en una universidad como artista plástico, pero mi inicial maestro se llamó Leonardo Da Vinci. Cogí las fórmulas de Durero; las formas clásicas de la pintura, de los recuerdos de Grecia, de Egipto, Mesopotamia, Europa, para comprender lo que era el arte universal".
Sobre la forma como ofrece a la vista la naturaleza, "es una transformación. No es una copia clásica de la naturaleza, porque eso no existe, sino que muestro las sensaciones. Es una pintura sensorial, donde cualquier latinoamericano puede decir "esta es mi tierra".
Inmensos murales
Otro aspecto que se advierte en la creación de Arango son los murales.
"Soy muralista, ceramista. Como arquitecto alcanzo a comprender las dimensiones amplias. No soy un artista de un solo esquema sino universal, pues si eres arquitecto y tienes que hacer tal cosa, tú investigas. No se trata de ser genérico. Aprovecho en la pintura porque me da el colorido, el tema, la fuerza, la unidad de todos nosotros, de los tropicales".
Hasta el momento reseña que ha hecho tres murales de grandes dimensiones. El mayor está en su ciudad natal, Bucaramanga, que alcanza cuatrocientos metros, "el más grande de América Latina. Estoy muy orgulloso que quede en mi tierra. Sería bello que me encargaran en Caracas un mural".
Si se diera, "preferiría que me dejaran la libertad para yo llevar los lineamientos del pensamiento. Seguiría trabajando con la misma naturaleza".
Y asegura que los temas de sus murales no tienen nada que ver con Siqueiros o Rivera, sino precisamente con esa vegetación que expone y que le rodea.
La pintura de Arango es minimalista, por la cantidad de detalles; y profunda, porque se pueden apreciar hasta diez planos diferentes (Paulo Pérez Zambrano)
"La Bandera venezolana en lugar de ocho estrellas debe tener cinco que simbolizan los cinco países nuestros"
ANA MARÍA HERNÁNDEZ G.
EL UNIVERSAL
La obra del artista colombiano Jorge Iván Arango ofrece una explosión de color, gracias a un tupido ramaje tropical superpuesto en capas, y que se reúne en dieciocho cuadros de mediano y gran formatos bajo el título Manto de Iris.
Esta es una clara alusión al Simón Bolívar de Mi delirio sobre el Chimborazo, quien venía envuelto en lo que Arango interpreta como "las banderas que nos unen como países. En la escuela nos decían que el amarillo es el oro, el azul los mares y el rojo la sangre; y no es cierto. La historia es que el general Francisco de Miranda pertenecía a la Logia de los Andes ubicada en Inglaterra, que se creó para la liberación de América. Eso era un símbolo masónico que traía como estandarte para difundirlo, como misión para la liberación de los pueblos de América del Sur".
A través del recorrido visual por sus obras, Arango propone "este mensaje, porque soy una persona que he soñado con la unión de los pueblos nuestros y que la Bandera venezolana en lugar de tener ocho estrellas tenga cinco que simbolizan los cinco países nuestros que soñó el general Bolívar".
El tricolor de Miranda, entonces, adquirió diferentes dimensiones en los países bolivarianos. Arango invita a mirar de la siguiente forma: "Si usted observa la obra, tiene como fondo amarillo, azul y rojo; y la naturaleza nuestra es una manera de romper la tradición pictórica de Europa, donde se hace el bodegón plano, el paisaje clásico, la escuela europea".
Es así como para el creador "esta es una pintura latinoamericana, fuera de todo contexto. No existe en ningún museo de Europa. Solamente existe aquí en nuestro continente. Esta exuberancia es la fuerza y el poder que nos cobija y que nos guarda".
Seguidamente advierte, "ya vemos cómo están empezando las invasiones chinas, las de los europeos al continente; todos tratando de venir aquí, porque tenemos el poder en este momento a nivel mundial, y el poder de nosotros reside en el agua, la naturaleza y en la comida", sentencia.
Justifica su formación "autodidacta" como "una manera de decir que uno no se graduó en una universidad como artista plástico, pero mi inicial maestro se llamó Leonardo Da Vinci. Cogí las fórmulas de Durero; las formas clásicas de la pintura, de los recuerdos de Grecia, de Egipto, Mesopotamia, Europa, para comprender lo que era el arte universal".
Sobre la forma como ofrece a la vista la naturaleza, "es una transformación. No es una copia clásica de la naturaleza, porque eso no existe, sino que muestro las sensaciones. Es una pintura sensorial, donde cualquier latinoamericano puede decir "esta es mi tierra".
Inmensos murales
Otro aspecto que se advierte en la creación de Arango son los murales.
"Soy muralista, ceramista. Como arquitecto alcanzo a comprender las dimensiones amplias. No soy un artista de un solo esquema sino universal, pues si eres arquitecto y tienes que hacer tal cosa, tú investigas. No se trata de ser genérico. Aprovecho en la pintura porque me da el colorido, el tema, la fuerza, la unidad de todos nosotros, de los tropicales".
Hasta el momento reseña que ha hecho tres murales de grandes dimensiones. El mayor está en su ciudad natal, Bucaramanga, que alcanza cuatrocientos metros, "el más grande de América Latina. Estoy muy orgulloso que quede en mi tierra. Sería bello que me encargaran en Caracas un mural".
Si se diera, "preferiría que me dejaran la libertad para yo llevar los lineamientos del pensamiento. Seguiría trabajando con la misma naturaleza".
Y asegura que los temas de sus murales no tienen nada que ver con Siqueiros o Rivera, sino precisamente con esa vegetación que expone y que le rodea.
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