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martes, 29 de enero de 2008

Angustioso asalto con rehenes a una sucursal del BBVA en Venezuela


REUTERS
Una empleada rehén envía mensajes al exterior del banco con uno de los asaltantes a sus espaldas

LUDMILA VINOGRADOFF
CORRESPONSAL
CARACAS. Sin derramamiento de sangre concluyó ayer a las 2:45 de la tarde, hora local, el asalto al Banco Provincial, sucursal del BBVA en la ciudad de Altagracia de Orituco, Estado Guárico, en el centro de Venezuela, donde cuatro delincuentes retuvieron a unas cuarenta personas durante más de treinta horas.
Los asaltantes lograron escapar con el botín y cinco rehenes, como escudo de protección, en una ambulancia que les facilitó el gobernador de Guárico, Eduardo Manuitt, quien prometió que no les perseguiría de acuerdo a lo pactado en la negociación. Horas después, se terminaron entregando y liberaron a los cautivos.
Previamente, los familiares de los rehenes de la sucursal bancaria pidieron a Hugo Chávez que interviniera en el rescate de los cautivos, entre ellos una española y sus dos hijas pequeñas, para evitar un desenlace sangriento. Pero el presidente venezolano, que tanto ruido mediático ha hecho con la liberación de Clara Rojas y Consuelo González después de seis años de secuestro por la guerrilla colombiana, no se pronunció en este caso. No dijo ni pío desde que se produjo el asalto bancario el lunes, a pesar del impacto internacional de la noticia.
Eran pasadas las 9 de la mañana cuando los cuatro asaltantes, con pistolas y revólveres en la mano, entraron en la sucursal. Miraban de un lado para otro con sus gorras de visera para que no les grabaran las cámaras de vídeo. Jóvenes casi adolescentes, torpes e inexpertos, se mostraban ansiosos y drogados, según el gobernador Eduardo Manuit, para sentirse envalentonados y poder así someter a los cajeros y clientes.
Todo el dinero de los cajeros
Con movimientos rápidos extrajeron todo el dinero que había en los cajeros. Cuando ya iban a salir triunfantes con las bolsas llenas se activó la alarma del sistema de seguridad y tuvieron que quedarse. Y con ellos las 40 personas que había en el local, entre empleados y clientes, como la madre de nacionalidad española y sus dos hijas de 9 y 7 años, una mujer embarazada de ocho meses, y un bebé de 15 días.
En las primeras 24 horas de cautiverio lograron salir cinco personas, dos de ellas de edad avanzada, una empleada por sufrir de hipertensión y otros dos empleados: el cajero y el vigilante de seguridad.
Altagracia de Orituco era una ciudad tranquila de 175.000 habitantes hasta que irrumpieron los cuatro delincuentes en la sucursal del BBVA. Armados con sus pistolas, se pasearon tranquilamente ante las cámaras de televisión como si estuvieran actuando en una película y no en una situación de asalto con rehenes de verdad.
«Ayuda, nos pueden matar»
Los clientes y empleados del banco también participaron en la filmación real, ayudando a crear una atmósfera de angustia y pánico. En los cristales del local escribieron carteles como: «Nos cortaron el agua y las líneas de teléfono. Tenemos familia. Auxilio». Otros fueron más dramáticos: «Estamos en grave peligro, Nos pueden matar. Ayúdennos, por favor». Un tercer letrero decía: «Tenemos hambre, No sean injustos. Somos seres humanos. No hemos comido». Aparentemente, lo escribieron los asaltantes.
Caracol Radio de Colombia fue, al parecer, el enlace entre los delincuentes y las autoridades venezolanas. En una declaración exclusiva a la emisora, uno de los asaltantes, que se presentaba como el jefe de la banda, afirmó desde el interior de la sucursal bancaria que «hay una española y sus dos hijos menores de edad», cuando le preguntaron si había extranjeros entre los rehenes. El jefe de la banda dijo tener 27 años. Pidió una ambulancia para escapar con el dinero robado y aseguró que también «nos vamos a llevar a tres mujeres y un gerente. El gerente de la agencia no es negociable, se va con nosotros». No informó de a dónde iban a ir.
El jefe de los asaltantes mantuvo un diálogo con el coronel del Ejército Manuel Granadillo, uno de los oficiales a cargo de la situación, quien le manifestó que esperaba la autorización del gobernador de Guárico para suministrar la ambulancia. Acompañados por cinco rehenes que se ofrecieron como voluntarios, los delincuentes, uno de ellos con antecedentes de alta peligrosidad, entraron en el vehículo proporcionado tapados con cartones para evitar a los francotiradores. Se dieron a la fuga y horas después se terminaron entregando.

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